Los enamorados de mi generación estábamos obligados y de manera temeraria, escribirnos con acentuada clandestinidad, en completa soledad e incluso inventando claves...
LAS CARTAS DE AMOR QUE EL TIEMPO NOS QUITó

                 Heber Ocaña Granados

La vida era más bella, cuando nos escribíamos cartas de amor en papel de seda, con sus rayas azules y lo introducíamos en el famoso "sobre de carta" bordeado de una hilera de romboide color ojo, separado por otro de color blanco, que era el fondo del sobre y al pie de aquel “histórico” sobre de carta, se veía el dibujo de un avión que decía “correo aéreo - by air mail ”, aunque la carta nunca viajaría por avión, sino a través de la mano de un amigo o amiga, o vía correo postal, que sería mucho más largo su recorrido y más duradero el tiempo para que llegase a manos del destinatario, de aquella flor hecha mujer.

O esas cartas de amor que se introducían entre las hojas de los cuadernos escolares, para cuando la destinataria, una vez llegada a casa y revise su cuaderno, encuentre inesperadamente un papel desglosado de un cuaderno escolar, pero con contenidos y confesión de amor, nunca supimos cuál habría sido la reacción de la pretendida al leer su contenido, porque el orgullo de la mujer es más protuberante que los senos de una madre que da de lactar.

¿Cómo estamos logrando vivir sin cartas de amor?, sin ese recuerdo de la estampilla del correo, donde aparecía la figura de un héroe o alguna ciudad turística; esas cartas que mi generación las albergaba sobre la mesa, fundida de fuego y pasión, donde desordenadamente se apilaban nuestros cuadernos escolares o disimuladamente lo colocábamos debajo de la almohada o el colchón, para que mamá o papá no las encuentre; cómo estamos logrando vivir sin cartas de amor, ésta generación tan frívola y tecnológica sistematizada por las redes sociales, nunca sabrá la ternura que se desbordaba por aquellas líneas frescas y apabullada de palabras que nacían del condominio del corazón, donde solo emergía luz y ternura, suspiros y ensueños.

Tal vez se pueda pensar que hablar de “cartas de amor” en éste tiempo, sea algo ridículo, caduco o anticuado, pero hay quienes seguro se siguen escribiendo y eso es loable. Espero que muchos la sigan practicando.

Las cartas de amor que el tiempo nos quitó, hicieron mejor nuestras vidas, porque sabíamos la fragancia de las manos de quien las escribía y disfrutábamos de la letra de la remitente enamorada (en mi caso) y cuan florecido se sentía el amor, al leer de puño y letra los sentimientos y los contubernios amorosos, ya que los padres muchas veces no aceptaban aquella relación primigenia que la vida nos presentaba con tanta ilusión, en una edad del primer amor, del corazón fresco y apasionado, desde donde se juraba que el amor que se profesaba sería eterno, intransferible y sin caducidad. Eran nuestros años de ilusión y que bien que muchos los hemos sabido vivir.

Los enamorados de mi generación estábamos obligados y de manera temeraria, escribirnos con acentuada clandestinidad, en completa soledad e incluso inventando claves, que solo nuestros amores furtivos sabían de su significado.

Como olvidar aquellas frases clásicas de… “te pido por favor no me olvides, te quiero y te querré siempre” y aquella expresión de ruego, cuando escribíamos: “Por favor vuelve pronto y trata de recordarme porque yo también lo haré” y la más confesionario y comprometedora expresión: “Aunque me encuentre lejos de tu lado te amaré, y prometo no traicionarte”.

“Que me escriba una carta la que me hizo los ojos negros y la letra gótica”, añoramos esas cartas sin las cuales, ahora hemos aprendido a vivir, y mucho más la actual generación, que seguramente no sabe de una carta de amor escrito en una hoja arrancada del cuaderno escolar o en papel correo, de fina textura y hasta a veces, con aroma de flor y de hierba.

Las cartas de amor que el tiempo nos quitó, nos ha dejado aventuras y desventuras, como aquella cuando leíamos: “Esto fue solo una ilusión que ya pasó, y que el amor verdadero y tu felicidad lo encontrarás en los brazos de otra mujer, que sea muy buena contigo”.

Las cartas de amor que el tiempo nos quitó, aún con sus aciertos y desaciertos, nos hizo la vida más bella.

Zaragoza - España, 21 de agosto de 2021