¿Las autoridades ediles de estos últimos quince años, cuando el canon minero, ya era una realidad en las transferencias de sus cuentas, no pueden superar a la gestión de un alcalde distrital de los años 60?
IRRUMPIERON TU VIRGINIDAD, TUQUILLO HERMOSO (Declaración para una nostalgia)

Heber Ocaña Granados

El hombre, siempre el hombre; la suerte y el destino de Huarmey siempre ha estado en las manos de sus hijos, pero éstos no lo han sabido colmar de gratitud ni aprovechar con meticulosa responsabilidad las bondades de su entorno natural, porque históricamente, todo lo que tuvo como riqueza natural, como la producción agrícola, pesquera y mineral, como zona estratégica, geográficamente hablando, no fueron aprovechados, para el engrandecimiento socio-económico y cultural de sus habitantes, menos para el marketeo de sus bondades turísticas; sus antiguos alcaldes, desde los años 70 para abajo, forjaron un Huarmey mejor, pero al paso del tiempo, cincuenta años después, la situación de Huarmey no alcanza el nivel de su jerarquía política, luego de 37 años de elevación a la categoría de provincia, no se ve más que liviandades, porque cada vez, se ve hundido en una situación decadente y de constante debacle, lo que en sus mejores tiempos, fue un florecimiento de esperanza, todo se está convirtiendo en una agonía social y no hay nadie quien pueda redimirlo, menos sus autoridades, aun cuando sus obligaciones políticas, legales y ciudadanas conjuntamente con sus regidores, precisamente son esas, la de salvar del atraso a un pueblo y no hundirlo en el lodazal de las mezquindades políticas.

Una de la más notoria deficiencia, entre un cúmulo de ellas, es el manejo de la salvaguarda de sus recursos turísticos, por ende de sus recursos naturales; en los últimos 28 años, Huarmey venía promocionando una playa, que para ese entonces, recién tenía declarado para uso como balneario treinta y tres años, era una playa casi desconocida para muchos peruanos, solo los huarmeyanos supieron disfrutarla, pero se pensaba en la industria sin chimenea, por eso se la promocionaba y le pusieron como apelativo, con fines turísticos y porque en realidad era tal cual como se le denominaba: “Costa Virgen” y “Piscina del Océano Pacifico”, pero su nombre era Tuquillo, quien gracias a una Resolución Suprema con número 17 y de fecha 21 de marzo de 1960, indicaba, “Declarar reservada para el establecimiento de una zona de balneario una faja de terreno comprendida entre la Carretera Panamericana de los kilómetros 283 a 287, hasta la ribera del mar, en la jurisdicción del distrito de Huarmey”. Todo ello, a consecuencia que Manache, aquella otrora playa paradisíaca, dejaba de ser tal, por el irrumpir de los humos de las fábricas pesqueras, productoras de harina, conservas y aceite de pescado de Puerto Huarmey, aquel tiempo, gobernaba el Perú, don Manuel Prado y Ugarteche y el alcalde del entonces distrito era el Sr. Luis Morante Gamarra, probablemente un sencillo y llano agricultor, como los que fueron los viejos alcaldes del Huarmey distrito y Villa de antaño.

Si a Manache le doblegó la industria pesquera y nada se pudo hacer, porque generaba recursos económicos al fisco y la población tuvo oportunidad de trabajo, por la generación de empleo que originó el boom pesquero, en éste tiempo, a la llamada “Costa virgen”, la están desvirgando sus propios dueños, sus mismos hijos, sin que sus autoridades aprovechen el atractivo turístico, sino al contrario, abandonándolo a su suerte y dejando que aquella “Piscina del Océano Pacifico”, sea una podredumbre de casuchas de esteras, cual invasión “limense” que entristece a aquel que la conoció diez años atrás.

De cierto de cierto, sí era “Costa Virgen”, hoy la han vituperado, la han mancillado y lo han bajado a un nivel de asentamiento humano en cierne, dejando de ser, aquella playa hermosa con un entorno natural al cien por ciento; el gran admirador de aquella playa, el Dr. Manuel Patiño Zambrano, decía muchas veces, (guardo grabaciones) “déjenlo a Tuquillo tal como está”, aunque cada vez, se iba desmejorando las pequeñas y sencillas cosas que la adornaban gracias a una gestión municipal, que logró con lo poco que tenía, para éste tiempo y en comparación con los presupuestos que maneja la actual Municipalidad Provincial de Huarmey, pues, cuando se le concedió aquella Resolución Suprema y en su categoría de distrito, su alcalde de ese entonces, Luis Morante Gamarra y sus concejales, a través del Fondo Nacional Económico habían realizado gestiones para construir una carretera que partía del kilómetro 285 de la carretera panamericana hasta la playa Tuquillo, el mismo que hasta hoy persiste, sin que ninguna gestión desde aquella fecha, lo hayan mejorado como se debe, aquella gestión distrital, tenía como apoyo político, al diputado ancashino Ernesto Moreno Figueroa, de quien hoy, nadie recuerda nada, ni una calle, ni un busto, ni nada queda de ese hombre en la ciudad, una ingratitud puesta de pie siempre, entre el vecindario del distrito capital y de sus autoridades, que son los llamados a elevar aquellos hombres y mujeres, que transformaron Huarmey, en un pueblo mejor; y no solamente hubo esa mejora, el nuevo balneario fue ambientado con sus rompeolas, su climática, su energía eléctrica que contaba con un motor propio; toda una novedad aquella época, iluminando por las noches todo el borde de sus rompeolas, siendo niño, yo todavía pude ver los postes de fierro que vencidos por la brisa del mar, yacían parados, como luchando de pie, para sostenerse e incluso, quien no recuerda sus rompeolas, esculpidas de piedras que iban de lado a lado de la playa, con sus respectivas veredas y sus gradas para bajar hacia la playa. Quienes la conocieron con todos sus atractivos, guardarán un bonito y hermoso recuerdo. (la foto que acompaña a éste nostálgico relato, se observa ese rompeolas)

Qué pasó, ¿Las autoridades ediles de estos últimos quince años, cuando el canon minero, ya era una realidad en las transferencias de sus cuentas, no pueden superar a la gestión de un alcalde distrital de los años 60?, qué tan difícil es, redimir nuevamente a aquel Tuquillo con luces, con sus rompeolas, sus veredas y sus asfaltados. Se torna increíble y desesperanzador, ver que nada hacen por mejorar la playa más emblemática de la provincia huarmeyana, más al contrario, la han convertido en una playa decadente y lo han dejado a los tentáculos de un SBN, (Superintendencia Nacional de Bienes Estatales)  para que promueva la venta de terrenos a diestra y siniestra, sin ningún miramiento en que podría afectar un lugar tan hermoso como es Tuquillo y La Pocita, aunque también hay algunos, que la han invadido, armando chozas y ni en esa acción, entra a tallar la Municipalidad Provincial de Huarmey. ¿Qué estamos pagando los huarmeyanos?     

La situación de la bellísima Pocita, es otra historia mucho más alucinante, que tan solo recordarla cómo fue cinco años atrás, duele hasta el alma, ya que ha sido destruido totalmente su entorno paisajista, con materiales forestales que antaño y en éstos tiempos, solo sirven para invasiones y no tienen nada de atractivo o embellecimiento turístico, por ello, tanto Tuquillo como La Pocita, viven sumergidos en la hondonada de la debacle, afeándose su entorno natural, por el mismo hombre, quienes alguna vez, seguramente, orgullosos hablaban del encanto de todo aquel circuito playero: La pocita, Tuquillo, Maracana y Antivito.

Heber Ocaña Granados

Zaragoza, España, 17 de octubre de 2020.