Un poema escrito en mis florecientes años de adolescente universitario, años 80, cuando mis caminos eran poesía, junto a Carlos Alfonso Rodriguez, Tomás Ruiz Cruzado, Julio Aponte, Jorge Tafur, Julio Chiroque, Ivan Suarez, Willy Gomez, entre otros bardos que conocí y compartimos momentos de insolación poética.   

El poema fue escrito en homenaje al poeta guerrillero, a Javier Heraud, en los años 80 y leído en el Encuentro de poetas, denominado: Poetas en Huanchaco - Caminos del 80. Primer Encuentro Nacional, realizado entre el 27 y 28 de agosto de 1988 - Trujillo.  

Lo presento hoy, 15 de mayo de 2020, luego de 32 años de mantenerse guardado en el baúl de los poemas inéditos, al cumplirse 57 años de la desaparición física del poeta de la acción y la palabra. 

UN CANTO A JAVIER


                                                     Heber Ocaña Granados

Javier… una prudente tarde

Tu pueblo edificó tu muerte/

Entre dos olas del cielo (Fragmentado)

Una tarde te arrancaron los zapatos de tu pecho,

De tu tierra.

Te arrancaron la flor espesa de tus ojos,

Cuando las iglesias en los ríos repicaban

Reivindicaciones en sus campanadas.

Los arboles entonces

Sintieron que la lluvia de tu voz

Fugaba por las trenzas secas de la sepultura.

Los ríos entonces, empezaron a extrañar

Tu coraje/

La mano de tus cantos cardinales.

JAVIER… ahora es cuando tu voz maestra viene/

Por las interminables quebradas,

Por las piedras terrestres / Por los parques dormidos

Del invierno.

Ahora es cuando tu pueblo revive tu muerte;

La metralleta sangrante,

Porque eres paradigma de la cavidad de los corazones

Amortajados.

De los pájaros sonoros / de cada viento encendido

En los territorios disecados por el hambre.

Te conocí Javier /

Una tarde oscura de fórmulas descompuestas

(Ahora es así… todo es así)

Me miraste /

Me contaste los defectos de la gloria;

Te conté yo, los de la tierra.

Me preguntaste de tu casa muerta,

De tus ríos hondos y caudaloso hasta el pecho.

Te amo Javier /

Porque amaste y sentiste

El dolor de las piedras tísicas /

El palo duro de mis padres /

De mis hermanos con cuerpos de mediodía.

Cómo haces falta Javier,

Sobre los templos corporales de los valles lánguidos.

Ahora Javier, nuestras heridas son más verídicas

(Siempre lo fueron)

Ahora nuestras vidas son ropajes de sangres

Hundiéndose como crujido en nuestros ojos.

Javier, es necesario emprender el vuelo hacia tus hombros

Y ponernos tu sudor en nuestras frentes

Sin cobardía.

La primavera Javier, ha perdido las venas de las flores.

Los peces se han destrozado en el motor de los mares.

La paz que nos diste

Se ha desnudado en los tendones

De nuestras lagrimas

Y ahora es devorado por las calaveras sucias de las sombras.

(por esos que profesan la libertad)

Somos débiles Javier

Porque la realidad es otra.

Hoy/

Tus hermanos de rojo y blanco mueren en cada rincón

De sus comunidades.

Los veranos no tienen arboles / Javier,

No tiene frutos.

Porque nadie siembra finos otoños en sus manos

Y las bombas son muchas

(Mucho mas que los humanos).

Y el vientre de los rostros venosos

Se han perdido en cada brazo inconsciente.

Ahora existe la muerte como fiesta costumbrista

-pero fiesta de todos los días, Javier-

Y la vida son pocos minutos en cada boca digestiva.

Son incontables las ecuaciones de los pueblos

Que yo te dijera / para que recojas su sangre demarrada

Que llegan a teñir mi sombra:

Accomarca, Pucayacu, Pomabamba, Cayara…

Y ahora último mi propio cuerpo.

Javier…

La propia sangre será combatiente de cada cuerpo.

La sangre es testigo que naufraga

Sobre la conciencia de las piedras,

Sobre el dolor de las alegrías.

Ahora Javier/

Morimos las 24 horas repetitivas del día.

Morimos como gorrión perdido en el desierto,

Somos revividos esqueletos de cada muerte

(Porque amamos la vida y la libertad)

Porque los muertos no mueren/ Javier.

Somos historias crucificadas en las páginas de cada invierno.

Somos guerreros de nuestras propias pobrezas.

Cuándo empezará el principio de estos días / Javier.

Cuándo la rosa revivirá en cada pellejo de la muerte.

Cuándo las retamas pintaran los campos con carne (vivos)

Javier/

Te buscare por cada silueta de los ríos… siempre.

Por cada casa muerta… siempre.

Por cada sombra descubierta por la tarde… siempre.

Por cada cuerpo manchado por negros grillos… siempre.

Porque algo parecido a ti / Javier.

Serán los mares nuevos,

Las casas nuevas,

La tierra nueva.


Escrito en Lima, setiembre de 1987.