Muchos hermanos nuestros viven mar adentro aunque también salimos a las playas; nuestras vidas no son seguras, ni mar adentro ni en la playa...
monÓlogo del muy muy

                                                                        Autor: Heber Ocaña Granados

Soy un pequeño crustáceo pero más me conocen como muymuy, soy el más sacrificado por los pescadores en todo el litoral peruano, porque siempre voy de carnada en sus anzuelos cuando van a pintear; por mí, muchas familias comen pescado fresco en el pueblo, gracias a esos aventureros hombres que van a la playa a buscarse la vida, aunque algunos lo hacen deportivamente, encaramándose al filo de las peñas; son hombres que no le tienen miedo a las voraces olas que revientan muy cerca de ellos, corren, se ponen a buen recaudo, hasta que baje la rompiente, luego retornan y continúan su faena de pesca y nosotros, en la punta de su anzuelo despedazados, si es que todavía no nos ha devorado algún pez hambriento bajo el agua.

Nos encantan las playas arenosas de la que aprovechamos las aguas de las rompientes para llegar a ellas, y cuando ésta se retira, aprovechamos la arena que está todavía fofa por el agua, para adentrarnos en la arena; la playa Las Salinas de Huarmey es el favorito de todos nosotros, porque ahí no acude mucha gente, pero al caer la tarde, en el ocaso, van llegando hombres como ángeles desnudos para cazarnos, y al día siguiente muy temprano, nos convertimos en despojos entre sus manos para servirles de carnada en sus pescas mañaneras.

Muchos hermanos nuestros viven mar adentro aunque también salimos a las playas; nuestras vidas no son seguras, ni mar adentro ni en la playa, porque estando mar adentro somos presas de las corvinas, que tanto les encanta comernos, también a las gaviotas les gustamos y ellas aprovechan cuando salimos a las playas y nos atacan en bandadas, corriendo hacia adelante o atrás de acuerdo al movimiento de las aguas. Cuando las aguas retroceden es ahí cuando nos buscan y corren a atraparnos con sus picos que se convierten en lanzas, mientras nos arremolinamos hasta escondernos entre la arena húmeda; nuestras vidas no son muy seguras, puede que hoy estemos y mañana ya no, todo depende de tres factores: el hombre, la corvina y las gaviotas; qué podemos hacer si así está destinada nuestras vidas, pero lo que nos resigna es, cuando los pescadores de peña nos usan como carnada, porque siquiera así, ellos pueden llevar un pan a su casa, como dicen los humanos, se “recursean” y así suplen las necesidades de su familia.

Texto del libro inédito: 

"Monólogos de peces y otros hijos del mar"

Autor: Heber Ocaña Granados.

Zaragoza 2018.