La llegada del Papa a Perú, ha exasperado a muchos y alegrado a otros tantos, se ha originado todo un debate en las redes sociales, creando muchísima controversia y distintas opiniones desfavorables a su llegada, no solo de gente del colectivo de los protestantes, sino de jóvenes y personas adultas, libres de dogmas religiosos que no les ha caído bien la llegada del vicario de Cristo, por la ingente suma de dinero que el gobierno de PPK está invirtiendo por su llegada, mientras en Huarmey y la zona de Piura no se vienen haciendo un trabajo adecuado y como debe ser, en la reconstrucción luego de la llegada del niño costero que dejo muchos daños materiales, difícil de reponerse para las familias de bajos recursos económicos.
¿QUE TIENE QUE HACER HUARMEY LUEGO DE LA BENDICIÓN DEL PAPA?

                                                                                                   Heber Ocaña Granados.

Como cual Zaqueo de Jericó, no subido a un árbol, sino en la propia explanada por donde el Papa derramaba “bendiciones”, un huarmeyano de tamaño pequeño, estando muy cerca de Francisco, pidió bendición para su pueblo de Huarmey y éste muy holgadamente y sin miramientos, espeto cortísimas palabras, diciendo: “Una bendición para Huarmey y tu familia” (es lo que oigo entre el murmullo de la gente y la música de fondo), convirtiéndose ésta frase en todo un revuelo de alegría para los internautas que visitan las redes sociales y están de acuerdo con la llegada del Papa y son creyentes de las palabras proferidas por Francisco a favor de Huarmey, porque creen que llegara a toda la población y servirá de mucho.

¿Qué significado tiene bendecir a un pueblo?, los expertos manifiestan que, eso es dar la “protección divina”, “dar carácter sagrado a alguna cosa”, “desear la prosperidad y el bien a una persona, lugar o cosa”; pedir bendición para un pueblo, es invocar la protección de Dios y su espíritu santificador; esto nos lleva a una reflexión, sobre lo que probablemente tendría que ocurrir ahora en Huarmey, si el Papa, vicario o representante de Jesucristo en la tierra para los católicos, ha bendecido al pueblo huarmeyano.

Si Huarmey ha sido bendecido, hay que pensar que esas palabras van más allá de una simple frase, abarca todo lo que un pueblo fue y será a partir de esa bendición, incluso alcanza lo que el pueblo bendecido llegará a ser, porque esas palabras adquieren un poder enorme sobre el destino de la población, porque dicen los conocedores de ésta tremenda palabra, la bendición verbal es clave para la convivencia con las salvaguardas espirituales que necesita el pueblo bendecido.

El bendecir a un pueblo, más aún, si viene de Francisco que es el representante de Jesucristo en la tierra para los católicos y Huarmey pueblo católico por antonomasia, debería de causar un impacto, no solo emocional, sino en cambios de actitudes, de pensamientos, de convivencia; debe de producir grandes cambios para que ocurran grandes cosas en la población y ver un pueblo de manera diferente, de lo contrario, el pedido del zaqueo huarmeyano, quedará en ilusas palabras y pérdida de su tiempo y esfuerzo, para haber tenido el privilegio de estar muy cerca del católico Papa y perderlo definitivamente por mantener costumbres y actitudes que hacen huir el espíritu de bendición.

Porque bendecir es como decir” “Estoy liberando. Estoy administrando lo que Dios ha puesto en el pueblo”

Y lo que debemos de liberar a Huarmey, luego de la bendición papal, es de esas viejas prácticas ancestrales como la hechicería, brujería, maleficios para mejorar su negocio, al que soterradamente le llamamos “florecimiento”, ir donde maleros para buscar sanidad física, mejorar su vida conyugal o para herir de muerte o de enfermedad a su “enemigo”; desterrar de la mente colectiva la envidia que es una característica palpable del huarmeyano de este tiempo, porque la envidia es el dolor escondido y no reflejado exteriormente, causado por el bienestar del otro; el divisionismo, que a corroído a la sociedad huarmeyana y que lo ha llevado a un acantilado, que está a punto de desbarrancarse, mientras que los actores de ésta práctica, siguen en sus trece, haciendo de las suyas por buscar solo su mejora personal o familiar, sin importarles la situación de sus congéneres, cómo viven ni como lo hacen para sobrevivir.

Si no cambiamos nada de todo esto, la bendición papal habrá sido simplemente una frase, porque el espíritu de Dios se contrita ante tamañas costumbres desleales a la fe cristiana.

La fe sin obras es cosa muerta.